Psicólogo en Igualada

No soy psicólogo por vocación. Cuando leo esas biografías en las que la persona dice que siempre tuvo claro a qué quería dedicar su vida siento una mezcla de emociones. Por un lado, admiración y envidia, porque tener claras las cosas creo que facilita mucho la vida.

Yo en realidad quería ser periodista y escribir, pero una profesora del instituto me lo quitó de la cabeza porque lo veía muy complicado como forma de ganarse el sustento. Inicié entonces estudios de filosofía, que todo el mundo sabe que sí es una carrera con muchas salidas, y que habría dejado a mi profesora muy satisfecha con su manera de influir en mi destino.

Por otro lado, y más a medida que han ido pasando los años, he llegado a pensar que la seguridad está sobrevalorada, de la misma manera que lo están las personas seguras de sí mismas, esas que suelen encontrar el camino recto para ir de un punto a otro. Así he ido reconciliándome con mis inseguridades, y cuando me formé y especialicé como psicólogo, transitando un camino con muchas curvas, aprendí en cada una de ellas lo más valioso.

En mi trabajo como terapeuta, desempeñado a lo largo de más de 20 años, lo más importante para mí es que, aunque a veces esas curvas se conviertan en bucles esclavizantes, o derrapen o se estrellen en alguna de ellas, las personas vuelvan al camino. Dilucidar cuál es ese camino es una tarea que les concierne a ellas. Yo solo acompaño durante un trecho. Y cuanto más corto el trecho, mejor.