Psicologia i formació

Blog

Hace unos días acabé de impartir el curso de Gestión del Tiempo que el ICS había encargado a institutpehuén para sus trabajadores en la Cataluña central. La verdad es que me gustaría repasar varias de las ideas básicas para mí del mismo.

Peter Drucker dijo que el tiempo es el recurso más complejo, y que quien no sabe gestionarlo no sabe gestionar nada. Esta frase es muy lapidaria, pero no puedo estar más de acuerdo con ella. De hecho, no hay nada de lo que podamos hacer o pensar que no necesite de ese recurso al que denominamos tiempo, lo cual lo diferencia de la totalidad de los otros recursos, que pueden ser necesarios para unas cosas, o muchas cosas, pero que nunca lo son para todas, como lo es el tiempo. Otra frase, que elegí para mis postales de navidad de hace un par de años dice que “somos el tiempo que nos queda”. En ella se nos sugiere que la condición para ser es que tengamos un tiempo para ello, de la misma manera que la condición para jugar al futbol es tener una pelota, por ejemplo. Y así, igual que sin pelota no habría fútbol, sin tiempo no habría ser.  También esa frase es una invitación a aprovechar el tiempo, a practicar el carpe diem. Pero ¿qué es aprovechar el tiempo? La respuesta que dábamos en el curso a tal pregunta era que aprovechar el tiempo es hacer lo más importante que en cada instante tienes la oportunidad de hacer. Dicho de otra manera, si en un determinado momento estás haciendo algo menos importante que otra cosa que podrías estar haciendo en su lugar, entonces, estás perdiendo el tiempo. Para ejemplificar esta idea les decía a las alumnas (la mayoría eran mujeres) que si en esos instantes tenían cosas más importantes que hacer que estar escuchándome a mí en el curso, entonces estaban perdiendo el tiempo. A este comentario seguían risas, y seguidamente yo les rogaba que se abstuvieran de hacer cualquier aclaración adicional.

El párrafo anterior nos lleva a la necesidad de determinar qué es lo importante para cada uno, y de lo básico que resulta saberlo con claridad para evitar perder el tiempo. El establecer lo que es importante para nosotros no es una tarea que se pueda delegar, aunque muchos quisieran hacerlo, o de hecho lo hagan. Victor Frankl, al que cito frecuentemente en este blog, dice que muchos esperan a que la vida les revele cual debe ser su papel en ella. Esperan a que alguna circunstancia, lugar, persona o Dios les ilumine. Esperan encontrar el camino. En definitiva: esperan. Señala que esa es una actitud errónea, pues no debemos preguntarle a la vida cuál es nuestra misión, y esperar a que ella nos responda de alguna manera. Por el contrario señala Frankl que es la vida la que nos pregunta a nosotros por nuestra aportación, y que somos nosotros y nadie más los que tenemos la responsabilidad, la obligación incluso, de responder. Esa es una tarea solitaria que suele dar pánico. Tanto, que podemos acabar delegándola. Si así lo hacemos nos libraremos del miedo a decidir, pero a un precio. El precio será que acabaremos haciendo en cada momento no lo que es importante para nosotros, sino lo que es importante para aquel o aquella que respondió la pregunta por nosotros.   Así, acabaremos siendo para otro, y por mucho tiempo que tengamos no acabaremos siendo realmente.