Profundidad en terapia: Cómo los modelos de psicoterapia y la duración de la terapia psicológica afectan a tu proceso de cambio

profundidad en terapia

Los psicólogos realizamos reuniones periódicas entre colegas que sirven para compartir inquietudes y dudas respecto a nuestros clientes, a las que llamamos Grupo de Supervisión, y que se realizan salvaguardando la confidencialidad de los aludidos, por supuesto. En la última reunión del Grupo de Supervisión del que formo parte, surgió el tema de cuánta profundidad en terapia es realmente necesaria en una intervención psicológica y cómo los diferentes modelos de psicoterapia abordan esta cuestión para optimizar la eficacia de la terapia.

El tema de la profundidad en terapia

La profundidad en terapia es un debate constante en la psicoterapia, y distintos modelos de psicoterapia, como la psicoterapia breve, ofrecen perspectivas diversas sobre este aspecto.

Alguna integrante compartió su inquietud por creer que no aportaba lo suficiente a la mejora de las personas que le pedían consulta, y que su contribución al bienestar y crecimiento emocional de sus pacientes era superficial. El de la profundidad del cambio es un tema recurrente, que los diversos modelos de psicoterapia abordan de manera diferente, hasta llegar a poderse afirmar que es la seña de identidad fundamental de cada uno de ellos.

Diferentes modelos de psicoterapia y duración de la terapia psicológica

Simplificando mucho, los modelos de psicoterapia que provienen del psicoanálisis buscan un nivel profundo de cambio personal, enfocándose en la profundidad en terapia, pues asumen que eliminar solo síntomas, como puede ser la ansiedad o el bajo estado de ánimo, es un parche que no aborda la problemática fundamental detrás de tales síntomas.

Éstas son terapias largas; la duración de la terapia psicológica en estos modelos de psicoterapia puede ser de varios años, con visitas de frecuencia semanal y que exigen un nivel de compromiso elevado por parte de los que se someten a ellas, ya que implican una inversión considerable tanto en tiempo como en dinero.

Aunque estas terapias son largas, se considera que la profundidad trabajada puede aumentar la eficacia de la terapia en determinados casos. 

La duración e intensidad de la terapia varían en función del enfoque terapéutico y los modelos de psicoterapia aplicados.

Por otro lado, las terapias más de tradición cognitivo-conductual se centran menos en la profundidad en terapia y más en eliminar síntomas, y no se preocupan tanto por estimular un cambio profundo en la persona. Su idea es centrarse en el aquí y ahora, con la asunción de que cuando el cliente solucione el problema que le trae a consulta podrá seguir adelante con su vida de la manera que él considere, que normalmente es como lo había estado haciendo hasta que sobrevino el síntoma, sin más, y que los pacientes  expresan con la expresión que a veces suena a letanía quiero volver a ser como antes.

Éstas son terapias que suelen tener una duración de la terapia psicológica de un año como máximo. No exigen una inversión en tiempo y dinero tan elevada como las anteriores, ya que las visitas semanales suelen prolongarse por un período no superior a los tres meses, espaciándose después un poco más.

Motivos para acudir a terapia

Pero llegados a este punto es esencial preguntarse por los motivos que llevan a la gente a pedir cita con un psicólogo, qué profundidad en terapia necesitan y qué modelos de psicoterapia pueden ser más adecuados para superar sus retos. Estos pueden ser múltiples, y este tema es merecedor de un artículo por sí mismo, que me emplazo a abordar próximamente.

Baste decir por ahora que en todos los casos hay un sufrimiento por parte de la persona, que en la mayoría de ocasiones es consecuencia de algún tipo de pérdida.

El ciclo de ganar y perder

En la vida unas veces se gana y otras se pierde, siendo en estos momentos de pérdida cuando la profundidad en terapia puede ser clave para el aprendizaje y el crecimiento personal. Pero aún cuando se pierde, se gana una lección o aprendizaje, si todo va bien. Cuando después de una pérdida aprendemos la lección, la vida nos enseña, y podemos seguir adelante después del bache.

Cuando el dolor interfiere en nuestra capacidad de aprender, podemos quedar atrapados en un bucle autodestructivo.

Pero hay veces en que la pérdida es tan dolorosa que interfiere con nuestra capacidad de aprendizaje, y entonces entramos en un bucle que se retroalimenta a sí mismo, causándonos más dolor, e interfiriendo más en nuestra capacidad de aprendizaje en cada nuevo giro del mismo.

Y como que el bucle en esas circunstancias adquiere vida propia, centrifugándonos a nosotros cada vez con más fuerza hacia su interior, llega un momento en que perdemos la capacidad para salir de él por nuestros propios medios, ya que hemos perdido la capacidad de aprender de lo que nos está pasando.  Todos hemos experimentado el estar en medio de tales bucles.

Muchas veces es nuestro entorno el que nos rescata, nuestra familia, nuestros amigos. La vida que nos hemos forjado a lo largo del tiempo, y que hemos ido construyendo como hormiguitas, es la que nos sostiene en esas ocasiones en las que parece desaparecer el suelo bajo nuestros pies y le vemos las orejas al lobo de la enfermedad mental.

Cuando el entorno no puede ayudar

Pero hay veces en las que el entorno o nuestra vida de hormiguita no nos pueden rescatar, quizás porque el uno y la otra han sido arrasados por la fuerza destructora del remolino que nos está atrapando a nosotros también. Eso es lo que pasa cuando estamos sumidos en el bucle de manera crónica, como pasa en los trastornos de personalidad…o en determinadas circunstancias vitales de mucho estrés…o en determinadas situaciones en las que volvemos a tropezar una y otra vez con la misma piedra, por muchos años que pasen. En esas circunstancias no es válido el refrán de que unas veces se pierde, y otras se aprende.

Esa es la situación paradigmática para acudir a terapia, la cual tendrá como objetivo no enseñar nada, sino ayudar al cliente a restablecer su capacidad de aprender el mismo lo antes posible.

Esta consideración es importante a la hora de determinar qué profundidad debe tener la terapia.

La importancia de la durada de la terapia

Porque según mi opinión la que nos debe enseñar es la vida, y no la terapia. Por eso, la duración de la terapia psicológica y el modelo de psicoterapia escogido debería ser lo más corta posible, y tan poco profunda como sea necesaria.

O dicho de otra forma, que la duración de la terapia psicológica sea la estrictamente necesaria para restablecer la vigencia en la vida de la persona del aforismo que unas veces se gana y otras veces se aprende.

En definitiva, la profundidad en terapia no siempre está relacionada con la duración del tratamiento, sino con la calidad y focalización del trabajo terapéutico.

Es esencial que cada persona, en función de su situación y necesidades, pueda seleccionar entre los diversos modelos de psicoterapia aquél que mejor se adapte a ella, asegurando así un proceso terapéutico efectivo y satisfactorio.

Jose Fernández, psicòleg a Igualada i Manresa