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La pérdida de la espontaneidad como la pérdida de la libertad más básica.

Psicología en Igualada

La pérdida de la espontaneidad corresponde a la pérdida de la libertad más básica. Con estas palabras empezaba el profesor Manuel Villegas la presentación de su último libro Atrapados en la mente: Las obsesiones, en la Biblioteca Municipal de Igualada el pasado mes de febrero. Este libro corresponde al tercer volumen de la serie Atrapados. La utilización de esta palabra para titular las sucesivas entregas que durante los últimos tres años ha publicado el profesor Villegas, es una clara declaración de intenciones. Atrapados en el espejo era el primero, dedicado al narcisismo, Atrapados en el amor el segundo, dedicado a la dependencia afectiva, y en preparación tiene el cuarto: Atrapados en el vacío, dedicado a la depresión, que está en imprenta ahora mismo. Y es que la libertad ocupa un lugar central en el pensamiento de Villegas como psicoterapeuta, y como pensador, ya que la terapia y el malestar mental no pueden desligarse del contexto en el que se producen. Y por contexto nos referimos a la familia, al entorno social en el que vivimos formado por la comunidad de vecinos, amigos y compañeros de trabajo, y superiores, dentro de los cuales podríamos englobar a los jefes de trabajo, mandatarios políticos y oligarcas económicos. Es en este contexto donde experimentamos la posesión o falta de libertad, y la psicopatología emerge como consecuencia de su carencia. Por tanto, la mirada no se puede dirigir nunca a la persona en exclusiva a la hora de explicar su enfermedad o malestar mental. Conviene no olvidarlo, como tan fácilmente hace la psicología de la autoayuda centrando la responsabilidad del malestar emocional y su curación en la persona exclusivamente, o la psiquiatría que, carente de recursos asistenciales la deposita en el desequilibrio de los neurotransmisores. Por el contrario, el profesor Villegas nos recuerda que la psicopatología aparece asociada a un atentado contra la libertad, y este atentado es en relación a algo exterior a la persona.

¿O no siempre? En la obsesión nos explica Manel que predominan la desconfianza, la duda y la culpa. A estas tres características las llama el trípode obsesivo y provocan una gran carencia de seguridad, que se vive por la persona como un desbarajuste que hay que solucionar con urgencia. La solución es el pensamiento y la conducta obsesivos. Mientras que en la paranoia la desconfianza es respecto a los demás, en la obsesión la desconfianza es tanto respecto a los demás como a uno mismo. El obsesivo duda constantemente de sí mismo, carece de seguridad interior. De lo que más duda el obsesivo es de sus propios sentimientos. Es característico que éstos fueran cuestionados de una u otra forma cuando era un niño y de mayor le provocan mucho desasosiego cuando aparecen. Padres que ante una situación de la vida, o de la muerte, le decían al niño que no debía sentirse así, como por ejemplo ante el cuerpo presente del abuelo en su funeral si expresaba una sonrisa, provocan que el niño desconfíe de sus propias emociones, con la consecuencia de que éstas se conviertan en una fuente de problemas a evitar.

Así, la falta de libertad del obsesivo para expresar con espontaneidad lo que brota de dentro, acaba secando lo que brota de dentro, dejando cómo se llama coloquialmente totalmente vendida a la persona. Esto es así porque nuestras emociones constituyen la brújula con la que la naturaleza nos ha dotado para orientar nuestra acción, y si las emociones están constreñidas, la brújula no funciona.

Entonces la falta de libertad no es exclusivamente hacia algo exterior, sino interior, a pesar de que este interior estuvo moldeado inicialmente por el exterior: una educación estricta, rígida y fría que castigaba la expresión emocional espontánea. Y así como modelamos el crecimiento de los árboles para que se conviertan en bonsáis con alambres, nuestro entorno nos modela para expresar o no con espontaneidad nuestras emociones durante nuestro período educativo.

La psicoterapia es, ante todo, un proceso re educativo para ayudar a la persona a quitar estos alambres, que a pesar de ser invisibles tienen consecuencias dramáticas en su vida, y éstas sí son visibles y hieren.

Una vez sacados los alambres la persona deberá hacer frente al desafío fundamental: Construir su proyecto existencial. El suyo propio. Manel Villegas acaba conceptualizando toda psicopatología como el fracaso en su construcción.

PD. Ya en el coche de vuelta Manel me decía que no debemos confundir espontaneidad con impulsividad ya que no tienen nada que ver, pero de esto os hablaré en un próximo artículo.

Autor. Jose Fernández Aguado, psicòleg a Igualada i Manresa