La elevada autoexigencia

L'elevada autoexigència

Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti.

En la consulta es habitual atender pacientes que sufren como consecuencia de la elevada autoexigencia. Están continuamente atormentándose por si lo que dijeron o lo que hicieron en determinado momento fue adecuado o no, por si hirieron a alguien o por si parecieron estúpidos o “empanados”. Cuando por la fuerza del paso del tiempo terminan olvidando aquella situación, lo que les permitiría encontrar algo de calma, rápidamente otra supuesta “actuación desafortunada” renueva todas las angustias que los consumen por dentro. Y así indefinidamente.

Mi pregunta siempre es la misma: Si esto que te atormenta lo hubiera hecho un amigo tuyo, ¿pensarías lo mismo de él que lo que piensas de ti? La respuesta también suele ser la misma: No, en absoluto.

La elevada autocrítica para con uno mismo de hechos que en los demás son vistos como normales es una situación muy común en la sala de terapia. A estos pacientes el mandamiento de la ley de Dios, “amarás a los demás como te amas a ti mismo” se les puede aplicar de una forma particular, ya que no es que quieran a los demás como a sí mismos, sino que los aman mucho más. La elevada autoexigencia está apareciendo aquí.

La forma simple (y simplista) de resumir lo que les ocurre a estas personas es decir que tienen poca autoestima. ¿Por qué existe esta doble vara de medir cuando se trata de evaluarse a sí mismas o a las demás personas? Porque tienen poca autoestima, se suele responder.

La relación que una persona mantiene consigo misma es tan importante como la que mantiene con las personas de su entorno más íntimo. Y mientras que normalmente somos conscientes de que es necesario cuidar las relaciones con las demás personas, rara vez nos planteamos que de igual manera hay que cuidar la relación que cada uno tenemos con nosotros mismos. De hecho alguien podría exclamar asombrado: Es que tenemos una relación con nosotros mismos!!!??? Esto de la relación con uno mismo, ¿¿¿existe???

Es una evidencia que existe. Y a pesar de que en muchas ocasiones intentamos huir de quienes somos, es insoslayable que al fin y al cabo pasamos el 100% del tiempo con nosotros mismos. Por tanto, vale la pena atender a esta relación tan personal. Y cuidarla.

Empezamos a cuidar esta relación cuando no menospreciamos nuestras necesidades frente a las de los demás. Si me apetece decir algo y me callo para no molestar, entonces estoy dando prioridad a las necesidades de los demás ante las mías. Lo más patético de tal situación es que actúo como si conociera la necesidad del otro, y callo como forma de actuar en consecuencia, lo que normalmente es una falacia. Porque la única manera de conocer realmente las necesidades de los demás es mantener un estrecho vínculo con las propias. Sólo de esta manera no confundiré unas con otras. Sólo de esta forma podré apaciguar la elevada autoexigencia.

La persona que es comprensiva con las demás pero tirana consigo misma está en una posición insostenible. Insostenible porque, además del elevado grado de sufrimiento que esta situación comporta, en realidad no comprende nada de las demás personas. Éste es el caso de los padres sobreprotectores.

En conclusión, el verdadero camino para ser comprensivo con los demás es serlo consigo mismo. ¡No hay atajos!

Jose Fernández, psicòleg a Igualada i Manresa