Autoestima y límites. La Piel es nuestra parte más profunda.

Autoestima y límites

Autoestima y Límites son dos conceptos estrechamente relacionados.

La piel es nuestra parte más profunda, recuerdo haberle escuchado a alguien. Es la parte que nos contacta con el exterior, y la que nos protege de él. La que delimita lo que somos  y por lo tanto posibilita que seamos.  A un nivel más microscópico podríamos decir prácticamente lo mismo de la membrana celular. La célula constituye la unidad más simple de vida organizada. Los seres eucariotas están formados de células, por el contrario de los procariotas, formas de vida rudimentarias como los virus y los microbios. La célula tiene una membrana que es esencial para su funcionamiento,  y que constituiría para entendernos su piel. Esta membrana es permeable a aquello que la célula necesita introducir del exterior y permeable a aquello que necesita expulsar. Y esta permeabilidad cambia en función de las necesidades de la célula. La célula sabe qué es lo que necesita y qué lo que le hace mal, y en consecuencia deja pasar lo primero y rechaza lo segundo. Ocasionalmente un virus la engaña y disfrazándose de algo que la célula necesita se introduce en su interior. Entonces la ataca y la daña. Puede que la mate.  Si sobrevive logra inmunizarse a ese virus, que ya nunca más le hará daño, pues conociéndolo nunca más permitirá que acceda a su interior.  La estrategia del virus entonces para sobrevivir, pues como es parásito necesita de la célula, será mutar, y cambiar su aspecto de forma que pueda engañar de nuevo a la célula para que esta le deje entrar a su interior. Y así se desarrolla el juego de la vida. Autoestima y Límites son dos conceptos estrechamente relacionados.

Respecto al mundo emocional algo parecido ocurre. Las emociones no se ven ni tienen existencia física como las sustancias que la célula deja pasar o bloquea para mantener el equilibrio de su interior.  Pero a pesar de no verse, las emociones son fundamentales para el equilibrio de la persona. Nuestro autoconcepto es el núcleo de nuestra personalidad, donde reside la imagen que tenemos de quienes somos, una especie de constitución personal que nos sitúa en el mundo interpersonal, y determina cómo nos relacionamos con los demás. Autoconcepto y autoestima son las dos caras de una misma moneda. Qué mensajes del exterior dejamos pasar hacía el interior, hacia nuestro autoconcepto, es fundamental para la salud del mismo.

Todo lo que nos dicen los demás en todo momento, o todo lo que no nos dicen, es un mensaje hacia el autoconcepto. Así como todo lo que hacen, o no hacen.  La cuestión relevante es nuestra habilidad para filtrar lo que es constructivo de esos mensajes de forma que alcance al autoconcepto y desechar lo destructivo o simplemente irrelevante. O también lo que es dopante, o sea, la adulación que tiene como objetivo ganarse el favor de la persona dirigiéndole mensajes falsos. Ese filtro que nos protege del daño a nuestro autoconcepto son los  límites que somos capaces de establecer con los demás. Los límites son para nuestro autoconcepto lo que la piel para nuestro cuerpo o la membrana celular para la célula.  Cuando alguien nos dice, pongamos por caso, que somos egoístas, y nos sentimos muy culpables, entonces el filtro, el límite no ha estado presente y el mensaje ha entrado directamente hasta nuestro autoconcepto, y nos creemos egoístas y nos sentimos mal. Pero si nos resbala el mensaje totalmente entonces hemos puesto un límite que nos permite que ese mensaje no nos afecte en absoluto, y así preservamos nuestra imagen de nosotros mismos, y también nos ahorramos un mal rato.

¿Es entonces bueno que los límites sean fuertes y no dejen pasar la crítica? La célula nos sirve de ilustración con su membrana acerca de cómo deben ser los límites. Los límites psicológicos deben ser permeables,  para que sean sanos, pues si no serán infranqueables para la crítica constructiva, y así la persona que la reciba perderá la oportunidad de aprender de lo que le dicen los demás.  Por otro lado, si los límites son impermeables , la persona  se acabará sintiendo sola y hasta aislada de los demás, pues lo que acabará erigiendo es una coraza infranqueable, como le pasa a los narcisistas, inmunes a toda crítica y a todo contacto íntimo por parte de los demás, pues nunca salen de su torre de marfil.

Por otro lado, la persona con trastorno dependiente de la personalidad, o con trastorno límite, cuyo autoconcepto está tan a la merced de lo que le diga el primer hijo de vecino que pasa por la calle, está bajo el imperio de terremotos emocionales 24/7. Puesto que no tiene la capacidad de poner límites, su autoconcepto está totalmente expuesto a la intemperie, sin protección alguna .

Estos son casos extremos de exceso de límites y de ausencia de los mismos, respectivamente. La salud está en el medio, como en todas las cosas en el equilibrio. Límites permeables que nos libran la mayoría de las veces de la crítica malévola, o desinformada, mientras que dejan pasar la constructiva que nos permitirá mejorar, son los saludables, aunque ocasionalmente se equivoquen (o sean llevados a engaño) y acepten críticas envenenadas o rechacen las clarividentes.  En esto consiste, por otra parte, el riesgo de la vivir la vida con plenitud. Autoestima y límites se refuerzan mutuamente.

Jose Fernández, psicòleg a Igualada i Manresa