El pasado 16 de diciembre Carlos Chimpén, presidente de la Asociación Española de Terapia Narrativa, AETEN, nos regaló una conferencia a l’Associació de Psicòlogues i Psicòlegs de l’Anoia. La terapia narrativa postula que elegimos una historia, una narración, para explicar lo que somos. A esa historia se le llama historia dominante, y en función precisamente de ese dominio sobre todas las demás historias posibles, la dominante ejercerá una influencia poderosa sobre la persona. La historia dominante puede decir, por ejemplo, que yo soy una persona incapaz de ofrecer a los demás algo que a ellos les satisfaga, sea diversión, cariño o seguridad. Puesto que es dominante, me comportaré de acuerdo a tal historia, y creyéndome incapaz de ofrecer a los demás algo que les satisfaga, realmente dejaré de estar concentrado en ofrecérselo. Si tenemos en cuenta que conseguir algo que no es fácil, es decir, algo que merezca la pena, requiere de toda nuestra atención, el hecho de que ésta se vea invadida por expectativas de fracaso estimulará que el resultado sea precisamente un fracaso. Así, los resultados de mis acciones me confirmarán mi incapacidad para ofrecer a los demás algo que a ellos les satisfaga. De este modo, la historia dominante lo será más aún cada día.
¿Qué podemos hacer, entonces, para cambiar la historia dominante? La respuesta es cambiar las preguntas.
El mismo Carlos me explicaba, de regreso a su hotel, al que yo le acompañé al termino de la conferencia, y de una cena en el Bar Barcelona, sencilla en lo gastronómico pero rica en las historias que el público asistente a la conferencia, y que se sumo a la cena, compartimos con Carlos, que lo que él aprecia son las personas que le den no las respuestas adecuadas, sino las preguntas indicadas. Después ya se encargará él de buscar las respuestas.
Pues es una nueva pregunta la que puede propiciar una nueva respuesta. Y así, a la persona del ejemplo le podríamos preguntar: ¿Explícame cuando has podido dar a alguien algo que apreció? La respuesta será una excepción a la historia dominante, y esa excepción puede actuar de semilla que traiga a la palestra más excepciones, hasta que con el conjunto de esas excepciones podamos construir una historia alternativa.
Es tremendamente estimulante encontrar una alternativa a algo, pues esa alternativa amplia nuestras posibilidades, y nuestra visión de las cosas. Y también de las personas.
En el conflicto y el enfrentamiento es donde las historias dominantes más sofocan a las alternativas. En los divorcios traumáticos, por ejemplo, además de una historia dominante acerca de quién es uno mismo, cada parte tiene una historia dominante que explica quién es el o la ex. Estas últimas historias suelen tener un título que las resume perfectamente. Uno muy típico es: Mala persona.
No obstante, las historias alternativas nunca mueren. Siempre están disponibles si, a pesar de todo, hacemos las preguntas adecuadas. Y en el más turbulento de los conflictos pueden emerger si las estimulamos con el alimento que las fortalecerá, y las hará realmente una historia alternativa a la dominante. Ese alimento será la pregunta adecuada, como por ejemplo ¿Explícame cuando tu ex. es una buena persona?
Jose Fernández, psicòleg a Igualada i Manresa